lunes, 10 de marzo de 2008

La Biblia y el yugo desigual

El versículo que más se cita es el del «yugo desigual»: «No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente?» (2 Cor. 6:14, 15).

Aunque el contexto no hable del matrimonio, es aplicable el principio de la imposibilidad de comunión entre el creyente y el inconverso. El yugo era el aparato de madera que unía a los bueyes mientras tiraban del arado. En Deuteronomio, Dios dijo a los judíos que no araran con un buey y un asno a la vez. Se trataba de un «yugo desigual», doloroso para los animales e impráctico para el dueño. Otros estudiosos dicen que alude a una expresión militar que describe el acto de abandonar las filas.

La razón detrás del mandamiento de no unirse en yugo desigual la resume el siguiente autor: «La Biblia prohibe el matrimonio mixto entre creyentes e inconversos porque no es posible desarrollar en forma plena la verdad de "una sola carne". No se puede unir el espíritu viviente del creyente y el espíritu muerto (sin Cristo) del inconverso. No hay ni habrá comunión espiritual...Por lo tanto, la comunicación se realiza solamente a nivel del "alma"».*

En un capítulo importante sobre las relaciones, 1 Corintios 7, Dios también advierte que la viuda es libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. Evidentemente, los solteros también son libres para casarse con quienes quieran, con tal que sea en el Señor.

Pero los versículos que «acusan» no sólo se limitan al Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento está repleto de referencias al naufragio espiritual que causan las relaciones mixtas. Tanto en Éxodo como en Deuteronomio, Dios ordenó a Israel que no se emparentaran con las naciones idólatras que la rodeaban: «No darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirá a otros dioses, de modo que el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros y pronto os destruirá» (Deut. 7:3, 4). Leemos sobre la obediencia y desobediencia de los israelitas, y los resultados de sus acciones: la insistencia y el esfuerzo de Abraham en encontrar una mujer piadosa para su hijo; los estragos en las vidas de Sansón y Salomón a causa de mujeres inconversas; el caos nacional en tiempos de Esdras y Nehemías cuando los israelitas se casaron con paganas; y el declive de Israel al mezclarse con los otros pueblos, no por razones racistas, sino espirituales.

Aunque estos textos hablen del matrimonio, contienen los principios para evitar el noviazgo con una persona inconversa. Aunque algunos argumentarían a favor de las relaciones mixtas (citando la vida de Rut la moabita, por ejemplo), el peso de la evidencia es que la mayoría de las relaciones mixtas han alejado al creyente de la fe, tanto en la historia bíblica como en la actual.