sábado, 5 de abril de 2008

¿PUEDEN LAS MUJERES Y LOS HOMBRES SER SOLAMENTE AMIGOS?

Cuando crecimos, nos dieron muchos consejos acerca de qué hacer —y qué no hacer— con los novios. Pero… ¿qué con los amigos? Las amistades se basan en la atracción, y ésta puede llevar al romance. Sin embargo, al igual que las personas deciden dar el «siguiente paso», también uno puede escoger ser «sólo amigos». El secreto está en establecer límites y apegarse a ellos. Como ayuda para cosechar las recompensas y evitar los riesgos de las relaciones con personas del sexo opuesto, ya sea usted casada o soltera, los expertos ofrecen los indicadores siguientes. .

Una tarde participábamos en una actividad rompehielos cuyo objetivo era adivinar las identidades de cada uno de los presentes según las respuestas previas a una serie de preguntas. «La idea que tiene esta persona sobre pasar un sábado excelente es curiosear en un mercado de pulgas» —dijo, en tono de broma, el líder de nuestra clase de solteros. Me sentí animada: «¿otra fanática de las ventas de cosas usadas?» y entonces me preparé para proponerle, tan pronto como revelaran su nombre, salir juntas de compras. Sin embargo nunca la invité porque ella resultó ser un hombre, y eso cambió todo. Me preocupó que él confundiera mi gesto de amistad con una insinuación romántica y se sintiera obligado a pagar la cuenta de un almuerzo, o presionado a sugerir una segunda cita.

Enfrentémoslo: a la mayoría de nosotras nunca se nos enseñó cómo hacer amigos del sexo opuesto. Cuando crecimos, nos dieron muchos consejos acerca de qué hacer —y qué no hacer— con los novios. Pero… ¿con respecto a los amigos? Nos criaron para asumir que los hombres y las mujeres que tenían un lazo emocional también tenían un vínculo romántico. Toda amistad entre un hombre y una mujer estaba a un paso del romance, y ése podía ir en dos direcciones: un noviazgo estable o un corazón roto. La simple amistad se consideraba algo extraño… hasta ahora.

«Hubiéramos perdido mucho si no tuviéramos amistades con personas del sexo opuesto» —dice Jim Furrow, profesor de Matrimonio y Familia en el Seminario Fuller en California. «Estas amistades pueden ayudarnos a entender más a Dios porque vemos la naturaleza complementaria de la forma en que fuimos creados como sus hijos y la manera en que nos comportamos como hombres y mujeres hechos a su semejanza.» Interactuamos con el sexo opuesto en el trabajo, en la iglesia, en la escuela y en nuestros vecindarios. «Las amistades con personas del sexo opuesto son inevitables.»

De igual forma existen riesgos. Después de todo las amistades se basan en la atracción, y ésta puede llevar al romance. Sin embargo, al igual que las personas deciden dar el «siguiente paso» y saben precisamente cuándo hacerlo, también uno puede escoger ser «sólo amigos». El secreto está en establecer límites y apegarse a ellos. Como ayuda para cosechar las recompensas y evitar los riesgos de las relaciones con personas del sexo opuesto, ya sea usted casada o soltera, los expertos ofrecen los indicadores siguientes.

Establezca sus límites desde temprano. Algunas mujeres rechazan todas las invitaciones para salir a almorzar con los compañeros de trabajo porque creen que un cambio en el ambiente indica también un cambio en el temperamento. El ambiente se vuelve más social y deja de ser profesional. Otras mujeres saldrán con el grupo solamente si éste es grande e incluye a otras mujeres. Incluso otras podrían aceptar salir a almorzar solas con un hombre siempre y cuando sea una reunión de negocios o que cada uno pague lo suyo. Permitir que el acompañante masculino pague se parece mucho a una cita.

Los límites, al igual que la ética, son personales. Sin embargo, afectan a aquellos con los que usted interactúa. La clave es aceptar que la Biblia sea su guía y no dejarse influir por los demás, que pueden tener límites distintos de los suyos. El tiempo para planear sus respuestas es antes de que surjan las preguntas.

Evite los triángulos. Una tentación se presenta cuando una mujer casada comparte con un amigo los problemas de su vida amorosa, o viceversa, con la esperanza de que él le exprese los puntos de vista del sexo opuesto. Este tipo de intimidad emocional puede amenazar el matrimonio tanto como la intimidad física. Los problemas personales se arreglan mejor entre marido y mujer con la posible ayuda de un consejero pastoral.

Un tipo de amistad positiva con personas del sexo opuesto, que fortifica el matrimonio en lugar de destruirlo, es que otra pareja sea su mentor. Las relaciones saludables y bien establecidas pueden servir como modelo.

Observe las pistas. Las amistades cambian y necesitamos ajustar constantemente nuestros límites, ya sea para restringir o fomentar los cambios. Algunas veces el paso de la amistad al romance es bien acogido, en otras no. «He recolectado testimonios de docenas de personas que se han enamorado recientemente» —dice Arthur Aron, profesor de psicología e investigador de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook. «Generalmente, su historia es algo así: "Lo conocía un poco pero nunca pensé en él hasta que lo encontré un día en una tienda; me sonrió y de repente me di cuenta de que le gustaba. Fue en ese momento cuando yo…"».

En ese instante una mujer tiene que decidir cómo ajustará los límites de su amistad para adaptarse al cambio. Aquí las claves son sus sentimientos y su estado civil. Si está casada, será cortés pero fría; si es soltera y está interesada, tendrá que detenerse para conversar.

Celebren sus diferencias. Los expertos solían decir que una amistad entre un hombre y una mujer casada siempre debería incluir a sus cónyuges. El problema con ese consejo es que los cónyuges no siempre comparten el interés en el que se basa la amistad del dúo. Dos compañeros de trabajo pueden ser capaces de pasar horas conversando animadamente, pero en el momento en que sus parejas se involucran la conversación se vuelve lenta. Cuando se unen los cuatro, tienen muy poco en común.

Una de las ventajas de las amistades hombre-mujer es que pueden reducir las expectativas que tenemos de nuestro cónyuge. Por ejemplo, a mí tal vez no me gusta reparar computadoras, pero eso no significa que mi esposo deba privarse de su pasatiempo favorito. Un club mixto de fanáticos de computadoras puede mantenerlo en contacto con su pasatiempo y darme a mí tranquilidad al respecto.

Esté consciente de la impresión que deja. Sin importar lo inocente que sea su amistad, las personas pueden pensar mal si usted y su amigo pasan mucho tiempo juntos, se alejan de los demás, o se ven en lugares extraños a horas poco comunes. Tomarse algo juntos durante el receso de la oficina es una cosa, pero pasar horas en una cafetería después del trabajo es otra. Viajar juntos en la mañana para ir al trabajo tiene sentido, regresar a casa por la ruta escénica no. En primera Tesalonicenses 5.22 se dice: «Absteneos de toda forma de mal.» Esté consciente de los mensajes que envía: pueden ser difíciles de comprender.

Pregúntese: ¿está Dios en esta relación? Siempre he creído que el Señor trae personas a nuestra vida por razones especiales. Tal vez necesitamos a alguien para aliviar nuestra carga en el trabajo, compartir un pasatiempo, hacernos reír, resolver un problema, darnos un consejo, proveernos un ejemplo, o fortalecer nuestra fe. El Señor no pone a las personas en nuestro camino para tentarnos, para levantar un muro en nuestro matrimonio, o para desviarnos de nuestros valores.

Así como le pedimos a Dios que bendiga nuestras amistades, también deberíamos pedirle que nos guíe y proteja especialmente cuando establecemos los límites en nuestras amistades con personas del sexo opuesto. De hecho, conviene hacernos la pregunta siguiente: ¿esta amistad honra a Dios? Cuando sentimos la aprobación de Dios y establecemos límites apropiados, podemos disfrutar verdaderamente de una de las bendiciones más ricas en la vida: el regalo de la amistad.

Apuntes Pastorales, Volumen VII – número 5 © Desarrollo Cristiano Int., Usado con Permiso.

lunes, 10 de marzo de 2008

La Biblia y el yugo desigual

El versículo que más se cita es el del «yugo desigual»: «No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente?» (2 Cor. 6:14, 15).

Aunque el contexto no hable del matrimonio, es aplicable el principio de la imposibilidad de comunión entre el creyente y el inconverso. El yugo era el aparato de madera que unía a los bueyes mientras tiraban del arado. En Deuteronomio, Dios dijo a los judíos que no araran con un buey y un asno a la vez. Se trataba de un «yugo desigual», doloroso para los animales e impráctico para el dueño. Otros estudiosos dicen que alude a una expresión militar que describe el acto de abandonar las filas.

La razón detrás del mandamiento de no unirse en yugo desigual la resume el siguiente autor: «La Biblia prohibe el matrimonio mixto entre creyentes e inconversos porque no es posible desarrollar en forma plena la verdad de "una sola carne". No se puede unir el espíritu viviente del creyente y el espíritu muerto (sin Cristo) del inconverso. No hay ni habrá comunión espiritual...Por lo tanto, la comunicación se realiza solamente a nivel del "alma"».*

En un capítulo importante sobre las relaciones, 1 Corintios 7, Dios también advierte que la viuda es libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. Evidentemente, los solteros también son libres para casarse con quienes quieran, con tal que sea en el Señor.

Pero los versículos que «acusan» no sólo se limitan al Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento está repleto de referencias al naufragio espiritual que causan las relaciones mixtas. Tanto en Éxodo como en Deuteronomio, Dios ordenó a Israel que no se emparentaran con las naciones idólatras que la rodeaban: «No darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirá a otros dioses, de modo que el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros y pronto os destruirá» (Deut. 7:3, 4). Leemos sobre la obediencia y desobediencia de los israelitas, y los resultados de sus acciones: la insistencia y el esfuerzo de Abraham en encontrar una mujer piadosa para su hijo; los estragos en las vidas de Sansón y Salomón a causa de mujeres inconversas; el caos nacional en tiempos de Esdras y Nehemías cuando los israelitas se casaron con paganas; y el declive de Israel al mezclarse con los otros pueblos, no por razones racistas, sino espirituales.

Aunque estos textos hablen del matrimonio, contienen los principios para evitar el noviazgo con una persona inconversa. Aunque algunos argumentarían a favor de las relaciones mixtas (citando la vida de Rut la moabita, por ejemplo), el peso de la evidencia es que la mayoría de las relaciones mixtas han alejado al creyente de la fe, tanto en la historia bíblica como en la actual.

miércoles, 13 de febrero de 2008

El chismoso aparta a los mejores amigos

por Abigail Mirón

Querida Cristina, mi hija en el Señor:

En tu carta me dijiste: «Algunas mujeres en la congregación me cuentan cosas íntimas sobre ciertos miembros de la iglesia. Yo sé que la Biblia condena el chisme. ¿Cómo puedo distinguir si lo que me están contando es información necesaria o simplemente chismes? Y si son chismes, ¿qué hago?»
Lo que expresas en tu carta es un problema bastante común, en forma especial para las esposas de pastores. Te felicito por haberlo discernido tan pronto en tu ministerio. Una de las instrucciones que el apóstol Pablo da a las mujeres es que «ellas deben ser respetables, no chismosas» (1 Timoteo 3:11; Tito 2:3). Como esposa de un líder, debemos dar ejemplo y no ser chismosas. Pero para saber cómo mantener «la palabra siempre con gracia, sazonada con sal» (Colosenses 4:6), hagámonos algunas preguntas.
1. ¿Qué es el chisme? No es fácil contestar esta pregunta y se requiere mucha sabiduría. Yo empleo la siguiente definición: «Es decir algo (aunque ese algo sea verdad) sobre una persona a otra persona que no tiene por qué saberlo». Es más, el chismoso, por regla general, agrega su propio tono al rumor y así cambia los hechos.
2. ¿Cuándo no conviene escuchar a esas personas que están diciendo algo sobre alguien? Valiéndonos de la definición mencionada, nunca debemos escuchar una queja sobre otro si no estamos en condiciones de producir cierta acción, es decir formar parte de la solución. Cuando una persona viene con un rumor, siempre es bueno tratarla como si a ella no le gustaran los chismes.
3. ¿Cuándo debo escuchar a lo que me están diciendo acerca de otros? Es preciso que escuchemos siempre y cuando podamos ser parte de la solución dando pasos para resolver el problema, por ejemplo, enviar a la persona a aquel con quien había tenido el problema, ir con la persona a la otra parte, o quizás hacer arreglos para que un anciano de la iglesia vaya con la persona a fin de tratar de resolver ...